Creo suaves salpicaduras en un fregadero o un cuenco, centrándome por completo en los patrones sonoros que producen: cada salpicadura es única, cada sonido es una pequeña celebración.


Te presentaste. Te has dado cuenta.
Eso es lo que importa.
Cada pequeño paso desarrolla tu hábito.
Vuelve mañana para seguir creciendo.